lunes, 28 de febrero de 2011

New Urbanism en Cuba. Colección Ciudad y Arquitectura




Presentación:
Nuevos títulos Colección Ciudad y Arquitectura
XX Feria Internacional del Libro



Por Jose Antonio Choy

Coordinador de la Colección




Queridos amigos,

Arquitectos, escritores, artistas, estudiantes y demás personas interesadas que nos acompañan hoy. Nos hemos reunido en el marco de la XX Feria Internacional del Libro para presentar cinco nuevos títulos de la Colección Arquitectura y Ciudad.
Constituye un acontecimiento excepcional propiciado por la UNEAC, que Ediciones Unión  haya sumado un total de siete textos en esta Colección, la primera dedicada al tema de la Arquitectura y el Urbanismo en la historia editorial de nuestro país. Por su alcance e importancia profesional y cultural, reconocemos este hecho con grata satisfacción.
Estos nuevos ejemplares de la Colección están relacionados con la teoría y la práctica del Nuevo Urbanismo, corriente del pensamiento que a partir de finales del siglo pasado surgió en Estados Unidos, como reacción al desarrollo urbano indiscriminado producido en ese país a partir de la Segunda Post Guerra. El Nuevo Urbanismo hace una crítica al desarrollo extensivo de las ciudades norteamericanas en suburbios, los que niegan el modo de vida de la ciudad tradicional y asignan al automóvil un papel preponderante y protagónico. Este modelo extendido a Latinoamérica y otras ciudades del mundo constituye una amenaza para toda la sociedad.
El pensamiento emanado de estos estudios que hoy presentamos, nos alerta acerca del peligro a que pueden estar sometidas ciudades de valores extraordinarios como las nuestras y nos proveen de la teoría e instrumentos para desarrollarlas con una visión de conservación social, urbanística y arquitectónica.  
Aunque ésta no es la única teoría válida en el pensamiento urbano contemporáneo sobre la ciudad, indiscutiblemente  resulta de gran utilidad como  referente en el contexto cubano, para la evaluación  de la ciudad tradicional y los posibles riesgos a que está sometida.
Las publicaciones que presentamos hoy son el resultado de la colaboración internacional. Queremos agradecer al Fondo Kapland por haber financiado este proyecto, al Seaside Institute por animarlo constantemente y de él, especialmente a los arquitectos Andrés Duany, Sonia Chao y Gustavo Sánchez, que junto al equipo cubano coordinó todo el proceso editorial y facilitaron que los autores donaran sus derechos a la publicación cubana, primera en idioma español.
De la parte cubana agradecer a los editores, al diseñador, a los traductores, prologuistas y en la coordinación a la arquitecta Alina Ochoa que me ha acompañado junto a todos, en el esfuerzo y entusiasmo con que   apoyaron cada momento de este trabajo.
Agradecimientos especiales a Olga Marta Perez directora de Ediciones Unión y su equipo, por el apoyo constante que siempre nos brindó sin el cual no hubieran sido posibles este resultado. 
Muy especialmente a la Doctora Graziella Pogolloti que desde el primer momento tuvo la sabiduría de ver la utilidad de este esfuerzo editorial.
Los cinco expositores e igual número de títulos que serán presentados, son:
1.    Dr. Arq. Mario Coyula
       Arquitectura: Elección o destino adverso, autor León Krier
2.    Dra. Arq. Isabel Rigol
       Meditaciones sobre la condición urbana, autor James Howard Kunstler
3     Dra. Arq.  Maria Victoria Zardoya,              
       Charlas en el Capitolio de La Habana, autor Andrés Duany
4.   Arq. Miguel Coyula                           
      Smart Code, un código inteligente, autores Duany Plater Zyberk
5.   Arq.  Alina Ochoa                             
     Compendio de Diseño Urbano, colectivo de autores, con traducción versión
     y anotaciones de Enrique Lanza.

Por último nos complace dedicar esta colección  principalmente a los estudiantes y a la nueva generación de arquitectos y urbanistas cubanos, en los cuales está depositado el futuro y salvaguarda de nuestras ciudades.

Muchas gracias.
16 de febrero de 2011







VER PARA KRIER
ARCHITECTURE, CHOICE OR FATE
 Por Mario Coyula Cowley




Diez años después de la salida de este libro, cuya primera versión en español se ofrece ahora, las críticas que hace Krier y la mayor parte de sus recomendaciones mantienen una validez notable, y sus ideas han inspirado al Nuevo Urbanismo de Duany/Plater-Zyberk, Solomon, Kelbaugh y Calthorpe, y a las Urban Villages que apadrina el Príncipe Carlos. Enunciadas con una envidiable seguridad en no poder equivocarse, esas ideas le han ganado a Krier durísimos ataques, tanto de las vanguardias contemporáneas que lo acusan de retrógrado y nostálgico, como de los preservacionistas que critican sus intervenciones en entornos patrimoniales, vistas como caprichosas; y un lenguaje arquitectónico que se alimenta demasiado literalmente con modelos históricos y vernáculos.
No es por casualidad que Krier arremeta contra la Carta de Atenas de 1931, apología del zoning rehecha por Le Corbusier a su gusto y medida al publicarse en 1943; pero también contra la Carta de Venecia de 1964, donde se enunciaron principios básicos de la conservación histórica, especialmente el que rechaza las intervenciones “imaginativas” en el patrimonio construido que afectan su integridad y autenticidad. Por otra parte, el autor critica, aunque sin nombrarlos, a las pirámides de Pei en el Louvre y, más de una vez, al Centro Pompidou, atacando el principio de marcar de manera evidente el tiempo en que se realiza cada intervención.
Krier apuesta por el pluralismo y el respeto a las diferencias sin abandonar convicciones, pero excluye de ese mundo idílico a la arquitectura del Movimiento Moderno, olvidando incluso a maestros en la adecuación al entorno y el uso creativo de concepciones y materiales tradicionales como Wright, Aalto, Kahn, Correa, Barragán o Salmona. Hay una foto de la inauguración en 1929 del Pabellón de Alemania en la Feria de Barcelona, donde forma y contenido chocan: Mies, el embajador alemán y otras personas aparecen rigurosamente vestidos de chaqué, chaleco y sombrero hongo, junto a una arquitectura de vanguardia, de un neoplasticismo minimalista que nada tiene que ver con esa indumentaria conservadora. Es curioso comparar esa imagen con una perspectiva hiperrealista del proyecto de Krier para Atlantis, donde un grupo de contemporáneos con traje y corbata se sientan como antiguos griegos alrededor de las stoas del ágora, en la escalinata de un nuevo espacio público clasicista mezclado con alusiones egipcias.
Efectivamente, mucho del urbanismo y la arquitectura histórica y vernácula han demostrado un gran poder de adaptación a usos y estilos de vida actuales; pero también responden a una cosmovisión, a una organización social, a modos de producción y a una tectónica que ya no son de esta época. Una cosa es usar esos tercos remanentes del pasado, y otra fabricarlos. Cuando el Sansovino hizo su biblioteca en la plaza de San Marcos, aceptó con la humildad propia de los grandes el papel central de la basílica que había llegado primero; y mantuvo su obra en una clave discreta, pero claramente de su tiempo.
Krier toca el apasionante tema de la separación entre arquitecto y público. Sin embargo, su libro parece traslucir en algunas partes el habitual convencimiento de que somos los elegidos para dar forma al mundo. Esa preocupación por complacer al público, creando espacios en donde los ciudadanos se reconozcan, se extiende a los decisores; pero esa inobjetable posición, políticamente correcta, puede al final convertirse en populista. Después de todo, la monumental fastuosidad historicista de las estaciones del Metro en Moscú no sólo agradaban a Stalin, sino también al ruso común, ambos marcados por el gusto arquitectónico zarista.
Krier hace siempre pensar, como cuando compara el tipo con el pastiche, donde la forma ya no responde al contenido. Algunos de sus planteamientos tempranos ya han sido generalmente aceptados, como la crítica a los sectores urbanos especializados por funciones, a una arquitectura industrializada que produce no-lugares, o al rascacielos como concentración de la misma función bajo un mismo techo. Culpa a los nuevos materiales y técnicas por haber desplazado a los tradicionales con sucedáneos de menor calidad y durabilidad. Critica al Movimiento Moderno por establecer un culto a la innovación aunque, paradójicamente, se repitió a sí mismo por sesenta años. Igualmente ataca a una arqueología que no se atreve a reconstruir, y la acusa de necrofílica y fetichista; y al historicismo del XIX por su falta de correspondencia entre forma y función.
Otro planteamiento suyo es que los centros históricos son los únicos centros urbanos verdaderos. Por supuesto, eso implica definir cuando un sector o nodo urbano empieza a ser histórico. En realidad hay centros nuevos identificados y aceptados casi desde sus orígenes, y otros antiguos que languidecen y pierden su animación; aunque un centro histórico vivo es doblemente centro. Los planes directores son también criticados por Krier, como planes perfectos que dan malos resultados porque siempre se desvían de sus objetivos iniciales, unido al exceso de reglamentaciones. Ya en eso hay casi consenso universal, buscando un urbanismo por proyectos parciales que complemente al urbanismo por planes.
Igualmente critica a la economía de mercado que conduce a una secuencia de precintos privados, shopping malls con sus enormes áreas de estacionamiento, condominios y grandes viales; todo ello fraccionando a la ciudad. Para Krier, el crecimiento urbano sólo puede ser por reproducción o multiplicación a partir de una célula básica, el barrio autónomo o sector urbano --expresión de los intereses de la comunidad pero también del individuo-- que funciona como una ciudad dentro de la ciudad. Pero este viejo concepto de organismo que crece por multiplicación de células básicas es en la realidad difícil de seguir al pie de la letra.
Sobre la definición de la estructura urbana, Krier plantea adaptarse a fronteras naturales, no administrativas; y hace una serie de recomendaciones generales muy concretas, como combinar la retícula regular con la irregular, reducir los desplazamientos para poder acceder en diez minutos a pie a los servicios diarios y semanales; seguir una forma redondeada, limitar el tamaño a 900 metros en cualquier dirección y la población a un máximo de 10 mil habitantes y usuarios, y lograr una jerarquía en las calles y plazas. Propone hacer las manzanas más pequeñas hacia el centro, y alargadas y perpendiculares a las calles principales; tener al menos una plaza principal y una calle principal, buscar la mayor cantidad de esquinas, porque generan actividad; evitar los cul-de-sacs y las vías en un solo sentido; mover hacia la periferia las funciones que necesitan más espacio, no aplanar colinas ni pendientes, realzar las características del sitio, hacer lotes diferentes para asegurar la variedad, garajes no visibles desde la calle y con alguna otra función útil en el techo, y mantener las edificaciones alineadas con la calle, no retranqueadas.
Recomienda reservar los mejores sitios para edificios emblemáticos que deben jerarquizarse por su escala, volumen, y materiales de acuerdo a su status cívico; no por capricho del arquitecto. Sobre el espacio público (avenidas, bulevares, calles, plazas, callejones, patios, parques, jardines) plantea que no pase del 35% de la superficie total del sector urbano, ni menos del 25%; advierte que un trazado geométrico regular requiere edificios ordenados, mientras que los trazados no paralelos admiten una arquitectura más modesta y libre; alerta sobre el peligro de los extremos en regularidad/irregularidad, propone buscar una coherencia entre planta, silueta y trazado; recomienda admitir el estacionamiento de autos a lo largo de las calles, en uno o dos de sus lados; que la plaza central sea sólo para peatones, y dedicar una manzana completa sólo para edificios públicos --y aún así, diseñar la fachada para que recuerde la lotificación predominante.
Krier ilustra sus conceptos con proyectos que abren a un mundo de referencias formales históricas, tanto cultas como populares  --una vez desacreditadas entre los arquitectos modernos-- pero que todavía enseñan lecciones, incitando a una reinterpretación contemporánea más allá de una imitación. Ese camino fue también ensayado por la arquitectura postmoderna, que incluso revaloró el kitsch; pero las propuestas de Krier no tienen ese tufo a burla de sí mismas que aparecía, aunque a veces disfrazado, en los postmodernistas: él definitivamente cree en lo que predica. Sin embargo, el pintoresquismo que tanto amamos en el urbanismo tradicional se debe más a la improvisación respetuosa con lo ya existente, donde cada nueva inserción se producía caso a caso, que a un plan predeterminado que simule el accidente.
Un mérito del libro, seguramente previsto, es promover la polémica. ¿Basta con revivir la forma antigua de un pintoresco pequeño pueblo para alcanzar un modo de vida más pleno, armonioso y humano? ¿Es esa clonación posible, o incluso deseable, aún si fuese hibridada en un neo-eclecticismo? Sobre esto, el propio autor alerta: “El único peligro respecto a las tradiciones es adherirse a formas cuya razón y significado no entendemos”.  
Las recomendaciones que determinan la estructura y la forma urbanas parecen más válidas y también más aplicables que las que atañen a la arquitectura. Si solo fuera por aquellas, este libro merece leerse y releerse. Quizás la variedad arquitectónica debería dejarse a la pluralidad --como el mismo Krier plantea varias veces--, permitiendo a muchos arquitectos elaborar proyectos que necesariamente tendrán que ser diferentes, pero ajustándose a una estructura urbana, lotificación y regulaciones básicas de superficie cubierta, alturas, alineaciones, retranqueos, cercas, detalles y paleta de colores. Ése fue el ejemplo tan cercano para nosotros de El Vedado, que ha demostrado una increíble resiliencia. Más que reinventar la ciudad tradicional, debemos conservarla e insuflarle vida, incluyendo buenas actuaciones contemporáneas a la altura del valioso patrimonio heredado.
Ver para creer fue una frase memorable por su compacidad y la incongruencia de reflejar un pragmatismo escéptico, no asociable con un fervoroso creyente como el Doctor Angelicus, Tomás de Aquino. Léon Krier nos aborda con ideas sugerentes, pero no se conforma con enunciarlas y solicitar que creamos en ellas, sino que las presenta de forma visualizable, con un vocabulario como para no llamarse a engaño. Eso implica una toma de posición del lector, favor o en contra. Quien lea este libro ya nunca será el mismo, algo se habrá removido dentro, y muy profundamente. Para cualquier autor, ya eso puede bastar. ¡Gracias, doctor Krier!


 




Meditaciones sobre la condición urbana. Problemática del Nuevo Urbanismo de James Howard Kunstler

Por Isabel Rigol 




Estimados amigos:
Asistimos hoy a un acontecimiento muy importante para los arquitectos, urbanistas, investigadores, inversionistas, dirigentes y estudiantes cubanos: la presentación de varias publicaciones sobre Arquitectura y Urbanismo en el marco de la Feria del Libro.
Y digo acontecimiento no sólo por el trascendente contenido de dichas publicaciones sino también por el hecho de que es la primera serie de este tipo que ve la luz en nuestro país en casi cincuenta años. Como sabemos todos, ésta ha sido una persistente carencia durante mucho tiempo, ausencia que lamento no poder justificar en un país donde hacer libros ha sido una constante aun en las condiciones más difíciles. Pero no precisamente aquellos de Arquitectura y Urbanismo.
Muchos han sido en el mundo los estudiosos de la Ciudad, los promotores de una ciudad mejor. Recordemos tan sólo a Jane Jacobs en Vida y Muerte de las Grandes Ciudades Americanas, años sesenta, cuando inteligentemente proponía retomar las características de la urbe tradicional.
Cuatro décadas más tarde, en el 2001, el crítico norteamericano Anthony M. Tung, en la introducción de su libro Preservando la Grandes Ciudades del Mundo. Destrucción y Renovación de las Metrópolis históricas, sentenciaba que “durante el siglo XX la civilización moderna no sólo destruyó gran parte del tejido arquitectónico heredado de generaciones previas, creando una creciente grieta entre nosotros y nuestro pasado, pero lo que es por, en todos los continentes adoptamos una cultura de destrucción que presagia mayores pérdidas. Esta historia negativa y estas políticas destructivas motivan preguntas sobre como diseñamos las ciudades y qué entendemos como propósito de las áreas urbanas, para hoy y mañana.”[1]
El libro que vamos a presentar hoy Meditaciones sobre la condición urbana. Problemática del Nuevo Urbanismo de James Howard Kunstler es un texto crítico y profético, al cual debemos prestar total atención. Es un recuento, sin dudas muy descarnado, de los errores cometidos en el tratamiento y desarrollo las ciudades norteamericanas en el siglo veinte.
Kunstler, sociólogo y uno de los  filósofos del Nuevo Urbanismo se ha dedicado durante años a realizar una profunda disección de los asentamientos urbanos en EEUU y los males que les han acompañado en su devenir, enfatizando los numerosos atentados contra la sustentabilidad de dichos conglomerados, entre ellos el patológico protagonismo del automóvil. Como bien apunta Sonia Chao en su prólogo a esta edición cubana del Kunstler:
“En una serie de libros ha desmembrado la realidad física de las ciudades y suburbios norteamericanos para luego relacionar las fuerzas gubernamentales, económicas y de diseño-ambas históricas y presentes-que han generado el carácter segregado y minusválido de las ciudades norteamericanas.” [2]
Como el tiempo es limitado, entre los planteamientos de Kunstler, citaré sólo algunos que me parecieron vitales para comprender los problemas que guiaron sus investigaciones.
En el primer capítulo Paseo Furtivo,  el autor expresa:
“Lo que resta es hacernos la  pregunta de cómo podemos transitar  hacia un modo de vida más  sano. Para hacerlo, ciertamente, se requerirá   la transformación del asentamiento físico  para nuestra civilización, una reelaboración de aquellos lugares donde  viviremos y trabajaremos.” [3]   
Por otra parte, en su segundo ensayo” El Imperio del Mal”, concluye:
 “Apenas hay un sentido de haber arribado a algún sitio, ya que cualquier lugar parece ningún lugar en particular.”[4]
Y en Lugares Mejores,  sobre el sentido de pertenencia a un sitio, enfatiza que
“Para no volvernos locos mientras estamos aquí, queremos sentir que verdaderamente  pertenecemos a una parte específica del mundo.”[5]
De los problemas derivados del crecimiento desmedido y los peligros ambientales de Atlanta manifiesta que “se ha convertido en un desastre tal que nada puede hacerse para redimirla como hábitat humano.“ [6]
Capitales e irrealidad es otro capítulo  muy significativo en tanto  aborda  casos como Disney World en las afueras de Orlando , Atlantic City  en … y  Woodstock en Vermont,  describiendo cómo  se utilizan los inventos, se abusa  la  fantasía  y se emplean  , los   mecanismos estrafalarios  y engañosos ,  alejados de toda  autenticidad o veracidad ,  para  “vender  “  la ciudad .
 De Las Vegas y su banalidad, dice que “ha resultado ser la capital mundial de la estupidez y de las nociones absolutamente incorrectas  de lo que se necesita para reconciliar la naturaleza humana con un proyecto de civilización. La define como“un gran espectáculo que  terminará  convirtiéndose  en una ciudad fantasma, un Teotihuacan de la era atómica”[7]
De la vieja, hermosa y civilizada Boston, celebra que ésta lograra trascender las tendencias desarrollistas o demolicionistas desacertadas de la posguerra que, si bien le dejaron huellas, no la marcaron definitivamente y pudo llegar hasta nuestros días. Explica que:“En Boston parece haber un claro  consenso de que la  vida  de la ciudad puede ser maravillosamente gratificante  y de que poseemos los medios para lograrlo .Ese tipo de  auto confianza cívica  y conciencia propia es exactamente  lo que está faltando en muchas otras ciudades  a través de  Norteamérica. “ [8]
Finalmente, el libro se acompaña de un ensayo de gran interés escrito por Andrés Duany y Elizabeth Plater Zyberk sobre Vecindario y Suburbios, contraponiendo claramente ventajas y desventajas de uno u otro.Claro está, a favor del vencidario.

En el 2003, precisamente el arquitecto Andrés Duany, adalid del Nuevo Urbanismo, fiel colaborador de sus colegas de la Isla y gestor fundamental de las ediciones que hoy presentamos, declaraba que las ciudades cubanas “siguen siendo magníficas y son el ejemplo y anhelo de todas las Américas”.[9] Asimismo alertaba que “este milagro de ciudades sobrevivientes está en peligro”.[10]
Sin dudas, es muy importante para nosotros tener la posibilidad de analizar la experiencia de nuestros vecinos del Norte, a los cuales, más allá de las diferencias, nos unen viejos lazos, muchos de ellos presentes en la arquitectura y el urbanismo del siglo XX en Cuba.
Hay que aprender de todas partes y, sobre todo, de nuestra propia experiencia, de nuestros aciertos y desaciertos. 
No creamos que sólo ellos, bajo el síndrome de la globalización, del imperio del capital, del desarrollo a ultranza, han cometido graves fallos. Me pregunto: Y nosotros ¿bajo que globalización y bajo qué capital o qué imperativos desarrollistas en ocasiones abandonamos, destruimos o transformamos nuestras ciudades?
¿Bajo qué principios hemos diseñado las nuevas urbanizaciones repletas de buenas intenciones sociales pero aburridas a más no poder, carentes de rincones gratos, de las amables sombras y la identidad de la ciudad del pasado?
Si fuimos capaces de lograr una Habana del Este hace medio siglo, si muchas décadas más tarde se pudo realizar un intento  válido de asimilar contemporáneamente las virtudes de la Ciudad Tradicional en la Villa Panamericana, si bajo la égida de Eusebio Leal, aplicando ideas nuevas y flexibles sobre el manejo de una zona histórica, la resurrección de La Habana Vieja deviene un paradigma que trasciende las fronteras nacionales  ¿Por qué cometemos tantos errores?
Vale la pena continuar el debate crítico y encontrar los caminos que nos permitan preservar ese tesoro de ciudades históricas con que contamos y adaptarlas a la vida de hoy ,diseñar los necesarios crecimientos de las ciudades de modo coherente, sustentable, humano, estéticamente válido, que satisfaga las necesidades actuales y  trascienda nuestro tiempo.
Este libro, y más aún la colección completa, nos ayudará sin dudas a cumplir ese objetivo.
Para finalizar, no me queda más que agradecer este regalo a  Andrés Duany, Sonia Chao, José  Antonio Choy y Julia León, a la Fundación Kaplan, al Seaside Institute y otros muchos colaboradores, a las Ediciones Unión, a la UNEAC, una vez más defensora de nuestra profesión  como parte fundamental de la CULTURA.
Muchas gracias  


[1] Anthony M. Tung. Preserving the World ´s Great Cities. The Destruction and Renewal of the Historic Metropolis. Clarkson Potter /Publishers. New York, 2001. p 1
2  En: Meditaciones sobre la condición urbana. Problemática del Nuevo Urbanismo. Volumen 1.
Ediciones Unión. La Habana, 20011,  pp. 8
[3] James Howard Kunstler.  Meditaciones sobre la condición urbana. Problemática del Nuevo Urbanismo. Volumen 1. Ediciones Unión. La Habana, 20011 
[4] Op. Cit. p 59
[5] Op .Cit .p.88
[6] Op.Cit. p.115
[7] Op.Cit. p.163
[8] Op.Cit. p.188
[9] Andrés Duany, “Introducción”, en: Práctica del Post-Suburbanismo,  Volumen III Colección Arquitectura y Ciudad. Ediciones Unión. La Habana,  2003.  p. 9.
[10]Ídem 




 Charlas en el Capitolio de La Habana sobre el Nuevo Urbanismo, de Andrés Duany.
Por  Maria Victoria Zardoya  

Desde hace más de una década, el arquitecto Andrés Duany ha desarrollado actividades de diverso alcance en conjunto con los arquitectos cubanos, entre las que se destacan por su importancia tres acciones llevadas a cabo durante los años  2003 y 2004; el Taller para las regulaciones urbanas del Vedado, el Taller con el mismo propósito para el Malecón tradicional y un ciclo de conferencias dirigido a los estudiantes de Arquitectura.
Estas  acciones constituyeron un importante suceso en el ámbito arquitectónico nacional. Fue un espacio de actualización, debate y confrontación respetuosa entre los profesionales cubanos y el equipo visitante cuyo alcance trasciende hasta el presente. El arquitecto Duany, uno de los más importantes representantes del Nuevo Urbanismo, nos trasmitió un enorme  caudal de experiencia teórica y práctica en el campo del diseño urbano y a la vez, como comentó en varias ocasiones, nuestros debates le resultaron de mucho interés.
El Libro que nos ocupa, Charlas en el Capitolio de La Habana sobre el Nuevo Urbanismo, contiene la transcripción de las tres conferencias que el arquitecto Duany brindó a los estudiantes los días 20, 21 y 22 de marzo de 2004. La publicación de entrevistas, conferencias y actividades similares permite que personas como Andrés Duany, que tienen mucho que comunicar, pero que no cuentan con tiempo para poder escribir, puedan trasmitirnos en forma concisa una parte de su saber. Este texto es una síntesis de su vasta experiencia y posee además la ventaja de que precisamente, como son conferencias, es una exposición grata, de carácter coloquial.
Duany es un excelente orador que logra atrapar a quienes lo escuchan con un lenguaje claro, directo y ameno, a través de un discurso coherente y fluido, salpicado de un finísimo humor,  en el que se apoya para explicar conceptos complejos, como confiesa cuando dice:
 “Hablarles de un tipo urbanismo al que ustedes no han sido expuestos es más difícil de lo que parece. Cuando yo les explique que este urbanismo requiere un automóvil por cada adulto para funcionar, creo que a muchos no les parecerá muy mal. Cuando les diga que los lotes son enormes, tampoco les sonará mal, así que todas las implicaciones de un urbanismo así son difíciles de transmitir a una audiencia que no las ha vivido”[1].
La primera conferencia estuvo dedicada a exponer el concepto de Nuevo Urbanismo. Partió de explicar las características de los tipos de urbanismo que coexisten en los Estados Unidos, el tradicional y el de la posguerra, que además se ha extendido a otros países, al que le realiza una detallada crítica que sirve de base para exponer los problemas que el Nuevo Urbanismo se propuso superar.
En la segunda conferencia presentó la teoría del transecto (del inglés transec) utilizada por los nuevo-urbanistas para plantear la necesidad de integración entre el hombre y la naturaleza a través de diferentes hábitat concatenados, desde la naturaleza virgen hasta el corazón o núcleo urbano de una ciudad. Esta teoría se basa en conceptos ecológicos propios de la ética del siglo XXI, que demuestran que no solo está en crisis el hábitat de los animales, sino que también está amenazado el hábitat del hombre. Son ideas válidas tanto para analizar y actuar en las ciudades existentes como para diseñar nuevos asentamientos urbanos.
Estaba previsto que la última conferencia iba a tratar de la experiencia del Taller para la regulaciones urbanas del  Vedado, realizado durante su visita anterior, pero el arquitecto Duany prefirió cambiar el tema y dedicarla a hablar de La Habana, ciudad que considera un texto para aprender. A partir de esta premisa  realizó una lectura de las muchas Habanas que contiene nuestra ciudad, cada una con sus diferentes tipologías urbanas y arquitectónicas muy bien engarzadas, como resultado de las especificidades de su desarrollo histórico y en gran medida, de las legislaciones urbanas que han estado vigentes a lo largo de su historia.
Independiente de los contenidos específicos de cada conferencia, hay un hilo conductor que las enlaza, la intención de destacar los valores de La Habana y el peligro al cual está expuesta y así lo planteó Duany al comenzar el ciclo:
 “…tememos que con la entrada de ideas extranjeras se valorice un tipo de urbanismo que destruya esta ciudad, de cierta manera tan perfecta. Las labores que estamos haciendo aquí son como una vacunación para La Habana y para Cuba, contra la entrada de este virus del suburbio mal logrado”[2].
Para los alumnos que entonces cursaban la carrera de Arquitectura fue un privilegio poder asistir a las conferencias del arquitecto Duany. La posibilidad de que tener este texto hoy publicado hace extensiva esa importante enseñanza a nuevas generaciones.
Cuando los profesores les decimos a nuestros estudiantes que se inician, que viven en una ciudad maravillosa, que La Habana es una ciudad excepcional, casi siempre nos miran con ojos incrédulos y nos acusan, en el mejor de los casos, de chovinistas fanáticos. Cuánto nos complace que un arquitecto de la talla y el prestigio internacional de Andrés Duany les diga “La Habana es una entidad intrínsecamente inteligente. La Habana funciona como anhelan funcionar las ciudades del Nuevo Urbanismo”[3].
 

[1] Duany Andrés, Charlas en el Capitolio de La Habana sobre el Nuevo Urbanismo, Ediciones Unión, Colección Arquitectura y Ciudad, La Habana, 2010, pág. 16.
[2] Ibídem, pág. 15.
[3] Ibídem, pág.14.






SMART CODE, UN CODIGO URBANO INTELIGENTE
Por Miguel Coyula

No recuerdo la última vez en que se publicaran de una vez tantos libros sobre urbanismo, algo que nos llena de mucha alegría. En mi caso la alegría es doble por ocurrir en momentos en que estamos en el umbral de importantes cambios estructurales de la economía del país que ya dejan ver su impronta en la ciudad. Un adelanto de los nuevos escenarios  que habrá que enfrentar a escala urbana tanto interna como externamente. En el caso de los escenarios externos vale citar a HABITAT ONU en su último Reporte sobre las Ciudades en el Mundo sobre el  papel que juegan las ciudades en la actualidad en el desarrollo de los países.
“Ningún país desarrollado ha alcanzado su nivel de desarrollo ni prosperidad sin urbanización. La mayor parte de la riqueza de un país se crea en sus ciudades. De aquí la máxima de que: las ciudades son los motores del crecimiento económico y el desarrollo.  
Las ciudades representan alrededor del 70% del PIB mundial. Las actividades económicas en las zonas urbanas representan hasta un 55% del PIB en los países de bajos ingresos, 73% en los países de ingresos medios, y el 85% en las economías de altos ingresos. De hecho, se prevé que el 80% del crecimiento económico futuro será en las ciudades”  
En cuanto al escenario interno, el economista Pavel Vidal del Centro de Estudios de la Economía Cubana expone sus ideas sobre el acontecer interno en una reciente entrevista donde expresara lo siguiente:
“Una transformación importante a favor de la eficiencia es otorgarle más autonomía a las empresas. O para decirlo con otras palabras: cambiar el modelo de planificación. En los Lineamientos este aspecto no queda claro. El plan está por encima del mercado, pero ¿hasta dónde?. ¿Cuáles son los límites? ¿Cuáles son los verdaderos cambios que se harán en la planificación?
No me queda claro, porque cuando se habla de estos temas, se pierde un poco el espíritu de las reformas, en el sentido de que se tiende a pensar que con más control, previsión y disciplina se van a resolver los problemas. Con ese espíritu se acaban las reformas porque no hay cambios estructurales.
Si vamos a intentar perfeccionar lo que no ha funcionado por décadas, entonces no llegaremos a ningún lado. No veo un cambio estructural importante en la forma en que se ha abordado el tema de la planificación.
Ambas citas sobre el escenario externo como interno, nos invitan a reflexionar sobre la importancia de los asentamientos urbanos en nuestro país y la necesidad de actuar en profundidad sobre el papel de la planificación urbana formando parte de una planificación económica  mas integral y participativa.
En este sentido, el esfuerzo editorial realizado por Ediciones Unión  para poner en manos de nuestros profesionales y especialistas estas valiosas publicaciones tiene el doble valor de llenar un vacío y de hacerlo en el momento adecuado, incluso podría decirse que con bienvenida anticipación.
Fue el periodo llamado de Renovación Urbana el que condujo a urbanistas y arquitectos a mirar a las ciudades desde otra perspectiva. Uno de estos movimientos,  fue el  Nuevo Urbanismo que propone una mirada desde una perspectiva mas racional formulando reglas claras para el diseño urbano sin que estas se conviertan en un dictado para los diseñadores. Un ejemplo de estas ideas ha sido materializado en Seaside, Estados Unidos Un ejemplo de la flexibilidad de los principios para  ordenar y codificar sin atar las manos de los arquitectos y urbanistas.
El Código no solo es .una guía que identifica y jerarquiza funciones sino que al mismo tiempo define conceptos. Resulta admirable el trabajo de codificación llevado a cabo por sus autores quienes lograron en siete capítulos, quince tablas y un glosario estructurar esta importante herramienta para el trabajo cotidiano donde el medio ambiente es un eje transversal.
El Código es válido tanto para nuevos asentamientos como para centros urbanos donde las normativas están orientadas al incremento de la calidad de vida de los ciudadanos. Un elemento cualificado es si dudas el Transecto, que establece de acuerdo con la zona en que se halla cada  tipo de aglomeración los elementos componentes de vivienda servicios, los tipos de viales áreas verdes según sea el caso.
El Código incluye aspectos generales, regionales, planes de nuevos asentamientos, de relleno y la escala de los edificios. Comprende una clasificación de los suelos por colores  sobre la base de su uso anterior (o de intención) mientras que en sus tablas hay una descripción tanto de las zonas de Transecto como las categorías viales y los elementos complementarios a las urbanizaciones como el alumbrado público, arbolado, disposición de edificios, espacios para parqueos y su base de cálculo.
Aunque nuestras ciudades no hayan experimentado los fenómenos de otras ciudades. Independientemente de modelos socioeconómicos diferentes,  aparecen puntos comunes que hay y habrá que observar en cuanto al desorden o expansión no calificada.
La parte más compleja en la realización de esta traducción y versión al español ha sido sin dudas la tocante al glosario. El lector encontrara en el mismo  términos ausentes en nuestra practica, algo  que nos deberá conducir a la elaboración de nuestro propio glosario.

Su aparición en el marco de esta Feria del Libro es sin dudas una extraordinaria contribución para poner a disposición de los profesionales y especialistas cubanos esta útil herramienta que  ofrece más aportes que limitaciones. Esto les permitirá una relectura de nuestras ciudades desde esta nueva perspectiva pero, tal vez la mejor contribución de este Código Inteligente que hoy ponemos en sus manos sea la de estimular la creación de un Código nuestro que considere  las especificidades de nuestro contexto enriquecido con la experiencia de todos, en un momento en la historia de nuestras ciudades en que, para hablar en términos de planificación, necesitamos ser como nunca antes, prospectivos.

  


COMPENDIO DE DISEÑO URBANO CON APUNTES DE ENRIQUE LANZA. 
Por Alina Ochoa Alomá

Buenas tardes. Estimados colegas. Agradezco me permitan dar lectura a unos apuntes sobre este libro tomados de su nota editorial.

“Esta versión de Urban Compendium, preparada especialmente por el reconocido arquitecto urbanista Enrique Lanza Macías…tiene la singularidad de extraer del libro original, publicado por un colectivo de autores de entidades británicas, una serie de fundamentos y principios conceptuales y prácticos del diseño urbano contemporáneo de valores universales, que funcionen como respuestas alternativas a un modelo en crisis del planeamiento de territorios y ciudades que ha colapsado en casi todos los continentes.”

“Queremos distinguir el papel esencial de Enrique Lanza Macías en este proyecto, quien tuvo a su cargo la traducción y la versión para la edición cubana, introduciendo muy atinados y pertinentes comentarios dentro de los textos compendiados, haciendo acotaciones a pie de página con la finalidad de esclarecer los contenidos y ajustarlos al contexto local y, en particular, reflexionando in extenso sobre aspectos esenciales en los escenarios…del entorno insular…, especialmente de La Habana.”

“Justamente ese último detalle…convierte el compendio en una relectura razonada de Enrique Lanza sobre el tema en Cuba, y abre perspectivas a diseñadores, técnicos y todas aquellas personas que toman las decisiones en la ordenación de ciudades para aprender las buenas soluciones y evitar repetir las malas prácticas.”

Lamentablemente su desaparición prematura no le permitió llegar al momento feliz de su publicación. Con ella queremos rendirle un modesto homenaje a cinco años de no estar entre nosotros.

Bajo la supervisión de los editores invitados, profesores Sonia Chao y Andrés Duany, la edición cubana estuvo a cargo de Charo Guerra con diseños de Miguel Arturo Padrón.

El libro está compuesto por seis capítulos que son:
- Fundamentos
- Valorando el contexto
- Creando la estructura urbana
- Estableciendo las conexiones
- El detalle del lugar
y
- El urbanista, el arquitecto y el contexto

Permítanme resaltar parte de los inteligentes comentarios de Lanza sobre aspectos esenciales en los que se ordena el libro, algunos no exentos de suspicacia, otros de una aplastante verdad, quizás dichos por primera vez en nuestro medio, tan necesitado de la hoy (inexistente) crítica sobre la arquitectura y la ciudad que hacemos ahora mismo.

Del capítulo 1 (Fundamentos), en su epígrafe La importancia del diseño urbano dice:

“En Cuba, aunque por distintas razones, el resultado espacial de la mayor parte de los nuevos desarrollos residenciales ha sido similar, y lamentablemente “casi todo también se parece a todo lo demás”. La utilización indiscriminada de proyectos típicos de viviendas (generalmente ajenos a la arquitectura de la ciudad), a lo cual se ha sumado el facilismo de los procesos constructivos, así como –no por último menos importante– la consuetudinaria falta de ejecución de los espacios exteriores, han dado como resultado que la noble intención de dar viviendas a la población resulte cualitativamente contraproducente.”

“…hace casi veinte años,  (comenta Lanza) en una ponencia dedicada al tema, entonces en boga, de las nuevas plazas, los nuevos centros de ciudades y las áreas residenciales de nuevo desarrollo y tomando como apoyo los dos primeros versos del “Autorretrato” de Antonio Machado: Mi infancia son recuerdos/ de un patio de Sevilla…/ –me preguntaba, aún lo hago– ¿cuáles recuerdos de su entorno edificado podrían atesorar quienes se hayan criado en conjuntos espacialmente amorfos y desprovistos de personalidad, como los muchos edificados en Cuba y en otros países?”

Más adelante, en el capítulo 3 (Creando espacios, epígrafe Formas, usos y usuarios mixtos), en el punto Añadir lo residencial a la mezcla, comenta:

“En Cuba se cuenta con un curioso y temprano ejemplo de uso mixto: el edificio FOCSA, construido en el habanero barrio El Vedado a finales de la década de los años cincuenta del pasado siglo. Es este un caso…donde en un solo edificio se concentran apartamentos… (y varios otros usos) con un frente urbano animado, a la vez que se garantiza el acceso controlado al área estrictamente residencial… (y que) presenta una fachada amistosa hacia la vía. Como inconveniente prácticamente inevitable, dada la magnitud del edificio, el FOCSA, al ignorar la parcelación tradicional del barrio y romper la escala y la permeabilidad de la manzana típicas de El Vedado, inauguró la peligrosa y afortunadamente interrumpida tendencia de reiterar dicho modelo que, de multiplicarse, hubiera acabado con la esencia misma de tan paradigmático territorio.”

Por otro lado, del epígrafe Redes de espacios abiertos, en el punto Conectando espacios, Lanza explica una práctica frecuente de los residentes urbanos que tienen

”…el marcado gusto por escapar de las ciudades y desplazarse a áreas boscosas o abiertas, diseñadas o no, en busca de aire fresco y contacto con la naturaleza.”

“Tal afición ha conllevado posiblemente a la inclusión del Gran Parque de Ciudad suburbano como plato fijo del menú del urbanismo de nuestros días, traducido en normativas con las cuales todos se afanan en cumplir. Ello ha llevado, en Cuba, a la creación de extensas áreas de este tipo, buenos ejemplos de las cuales son –en La Habana– el Parque Lenin, el Jardín Botánico Nacional y el Zoológico Nacional. Estas instalaciones (muy bien diseñadas, por cierto) tienen en común el estar situadas en la periferia de la ciudad –contiguas a zonas de baja densidad poblacional– y ser de difícil accesibilidad10 para la mayoría de los ciudadanos.”

En el último capítulo del libro, El urbanista, el arquitecto y el contexto, específicamente hablando en El análisis del contexto en la ciudad, nos aconseja:

“Desoír lo que el contexto indica puede llevar a fracasos tales como los generados por otro enfoque practicado –esta vez desde el interior de la ciudad construida – que, en su momento gozó de fatídica aceptación: el de la remodelación urbana (el urban renewal, si se prefiere usar el término anglosajón), que no sólo destruye lo edificado, sino que generalmente sustituye los principios fundacionales del tejido históricamente implantado, despersonalizando y alienando los sitios. Esta mala práctica fue aplicada  –y para empeorar las cosas, se quedó a medias – en La Habana, tanto en Cayo Hueso como en la Esquina de Tejas,
con desastrosos resultados espaciales.”

En el texto de los autores ingleses se afirma que:

Las ciudades inevitablemente se reinventan a sí mismas; este proceso implica tanto la
construcción de nuevas áreas como la destrucción –para construir sobre lo viejo- de
partes de su territorio, bien sea por mejorar las condiciones de vida de los habitantes
como por adaptarla a nuevas situaciones.”

Es en este aspecto que Lanza apunta atinadamente:

“Existen pocas ciudades, como La Habana, mantenidas a salvo de la especulación con el suelo que destruyó el tejido y la forma tradicionales de muchas urbes latinoamericanas. Esta característica sui generis la ha convertido en un verdadero catálogo de la arquitectura y del urbanismo de los últimos quinientos años y ha resultado ser, a la vez, su bendición y su maldición. Bendición, por disponer de un valioso e inigualable patrimonio; maldición, por el sentimiento de inseguridad –y de responsabilidad ante la historia y las generaciones futuras – al tomar decisiones acerca de su renovación.”

Quiero aquí resaltar algo de lo que no se habla prácticamente en ningún espacio de diálogo entre planificadores, arquitectos y urbanistas, o algún medio de comunicación, y es lo que enuncia el epígrafe El arquitecto, ante el contexto: entre el talento y la ética:

“Para el arquitecto, el desafío que representa el contexto reside en ser capaz de comprender la unidad que existe entre aquello que circunda el emplazamiento de su obra, y ejercer la virtud de la humildad cuando el entorno así lo demande. Para alcanzar este fin parece necesario que se alineen –como los planetas para los astrólogos – al menos tres elementos: programa, escala y talento… a los cuales se añade la ubicación. Programa y escala suelen estar íntimamente relacionados; el talento también, aunque es harina de otro costal.”

Llevando el tema a un ejemplo concreto de La Habana, este desafío del contexto para el arquitecto lo explica así:

“Con no poca frecuencia aparecen en las ciudades edificios que, aun siendo “buenos” como arquitectura, se acomodan mal al medio en el cual se insertan; pueden ser admirados como objetos independientes, pero incomodan al aparecer entre sus vecinos.”

En esta afirmación ilustra el caso del edificio de San Lázaro y Soledad diseñado por Manuel Copado en 1944.

Por último un comentario referido al tema de las regulaciones urbanísticas en epígrafe de igual nombre. Aquí quisiera recordar la reciente publicación de dos libros de regulaciones urbanísticas en esta misma colección, gracias a las editoriales UNIÓN y Boloña, que en 2007 y 2009 respectivamente, fueron dedicados a El Vedado y al Centro Histórico La Habana Vieja.

Aquí se comenta entre otros análisis:

“Desde el punto de vista morfológico las regulaciones urbanísticas ofrecen una especie de vacuna contra la arquitectura inconveniente. Ciñéndose a sus cánones, el arquitecto mediocre no puede menos que producir una obra, tal vez no buena, pero al menos discreta, casi sin darse cuenta que le están llevando de la mano.”

Y en otro párrafo afirma algo para mi polémico:

”Las regulaciones urbanísticas no se hacen para los arquitectos talentosos y sensibles… (aquí discrepo de su opinión) …se hacen para que los menos diestros no rompan la armonía (con sus diseños).”

Hasta aquí los apuntes críticos de Lanza que he querido resaltarles de este Compendio de Diseño Urbano.

Atreviéndome a hablar en nombre de mis colegas, quiero agradecerles a todos ustedes su interés en este maratónico acto de presentación de los nuevos cinco libros de la Colección Arquitectura y Ciudad, que me aventuro a calificar ya de hito en la difusión de la cultura arquitectónica y urbana en nuestro país, tan necesitado de aportes como éste.
 
Muchas gracias.