jueves, 28 de agosto de 2008

En la calle Los Pinos

Recuerdo muy bien la calle Los Pinos. Presumo fue en los años 40 que José A. Caro Alvarez (1910-1978) hizo su casa solariega bien al fondo, al lado del Colegio Santo Domingo. La diseñó al estilo neohispánico, pero al modo de rancho californiano, muy distinto a su emblemático Facultad de Medicina (1944) realizado en la más pura afiliación al Movimiento Moderno. Asumo que a principios de los 50, en todo ese terreno que dejó frente a la avenida Bolívar, desarrolló ese vecindario de la calle Los Pinos, que incluía su propia oficina y unos apartamentos hacia el farallón. En contraste con la suya, todas eran en el espíritu moderno del “post and beam” californiano.

Para esa época despuntaba el programa Case Study Houses (CSH) que auspiciaba la revista vanguardista Arts & Architecture, en los tiempos en que John Entenza fue su editor y Joseph Eichler era un osado desarrollador inmobiliario. Eichler recogió el espíritu moderno que promovía CSH (Case Study Houses: 1945-1966), lo puso a disposición del público y superó la tristeza y uniformidad de los Levittown de postguerra. Con sus vecindarios transformó el paisaje de la suburbia californiana. Joe Eichler se apoyó en reconocidos arquitectos, principalmente en A. Quincy Jones (1913-1979) y su estudio Jones and Emmons. Una colaboración que resultó en más de cinco mil casas basadas en sus diseños (Eichler Homes: Design for Living).

Don José Antonio hizo algo similar en la calle Los Pinos, y es seguro que estaba bien informado de los CSH y de lo que ocurría en California. Era un hombre de cultura renacentista, con una biblioteca impresionante, que cuidaba y atesoraba; tan fascinante que siempre soñé tener algo así para cuando fuera arquitecto. En su estudio vi por primera vez un ejemplar de Arts & Architecture.

La calle Los Pinos fue el primer desarrollo, urbanización o vecindario que se hizo en Santo Domingo al estilo de suburbia americana, con ventilación natural, sin verjas, con césped bien cuidado y estilo de vida al aire libre alrededor de las barbacoas. Muy parecido a los de las Eichler Homes que aún hoy se atesoran. Un lugar también muy apreciado por residentes extranjeros. Para lograr ese entorno, don José Antonio diseñó algunas casas, y parece que buscando diversidad encargó otras a jóvenes arquitectos. Al menos se tiene noticias de que Nani Reyes, recién llegado de Texas, diseñó algunas.

El asombroso éxito de Caro Alvarez en la calle Los Pinos, como vecindario privilegiado, debió repercutir en el desarrollo posterior de la vecina La Julia, al otro lado del Colegio Santo Domingo. Su legado va mas allá de la calle Los Pinos, pero este proyecto tenía un aura, un sentido de lugar -Genius Loci-, que por más que busco no he encontrado nada comparable a sus bondades.

Siempre pensé que la obra de don José Antonio sería de la mejor documentada y que en algún momento volvería a ver, ahora publicada, la perspectiva maravillosa de su propuesta para la Biblioteca Nacional del 1959 (¿o 60?), con sus fachadas de calados tropicales, a lo Edward Durell Stone. No ha sido así. Ni obra completa ni web site. Sólo queda revisitar, en bici, la calle Los Pinos y recordarla en su momento de esplendor. Así lo he hecho.

P.S.
Creo que alrededor del 1969 , Tony y Danilo (Caro), sus hijos graduados de Cornell University, construyeron para ellos, su hermana y Jaime (Batlle), un row house en el jardín de la casa solariega y la convirtieron en un recinto familiar, con mucho respeto al vecindario.

El conjunto fue diseñado en una estética muy en boga en Norteamérica en esos años de los
New York Five y de las casas en madera, neomodernas, de Gwathmey and Siegel; pero al construirse en bloques de cemento y acabado en rústico blanco, se acerca más a una arquitectura mediterránea, muy a tono con la residencia familiar.

Una peculiaridad de este conjunto es que los patios de cada unidad, al ser de hermanos, se integran completamente sin necesidad de verjas, así como los estudios y las terrazas jardín en el techo. Es un
row house magnífico. Eso es verdad.

lunes, 25 de agosto de 2008

El invento de la Row House de Johnny

Debe ser en 1961 cuando en Santo Domingo se hizo un desarrollo moderno de casa en hilera -row house- para familias de altos ingresos. Si eso es así, debió ser el de Juan -Johnny- Pujadas (Santo Domingo, 1932) frente a “la universidad” (José Dolores Alfonseca No. 9). A finales de los 50 era un privilegio vivir alrededor de la universidad. Siempre que paso por ahí, en bici con Felipe, imagino su impacto en una sociedad que recién estrenaba democracia y en un tiempo en el que casi nadie había salido del país.

Supe que Johnny Pujadas estudió, al menos el bachillerato, en Estados Unidos y presumía de ser un joven arquitecto al estilo de vida americana. Tenía muy “buena mano”, en el sentido de facilidad para el dibujo. Junto al ingeniero Guillermo Armenteros se aventuró a construir algo nuevo, una row house, y tuvo la ocurrencia de subirle la oficina de la joven firma Pujadas y Armenteros.

Como efecto de demostración, o como aspiración moderna, el mismo Johnny vivió en una de las unidades. Las otras familias eran de jóvenes profesionales que también habían tenido experiencia norteamericana. Jóvenes innovadores y modernos, maravillados por el espacio interior y la ligereza de la escalera flotante. Todavía hay quien recuerda con una sonrisa de niño sus años de socialización y ha regresado a ver si sobreviven los pajaritos que pintó su madre en el patio de la casa. Pero ya nada es igual.

Pujadas y Armenteros extrapoló el concepto a varios desarrollos masivos, en una ciudad que empezaba a expandirse y nuevas capas de la clase media se constituían en mercado con la introducción de las hipotecas aseguradas (FHA). Construyeron casa en hilera en El Portal, Miramar, La Agustina y otros sitios, con un éxito económico explosivo. Sin embargo, nada se acerca, ni en pintura, al encanto o al estilo de este proyecto precursor.

La casa en hilera -row house, terraced house, townhouse o brownstone- se basa en el principio de la repetición. El uso más extendido de la tipología, como se conoce hoy, se remonta a las barriadas de trabajadores en los albores del periodo industrial. Aunque no tenía una connotación positiva, se hizo popular en otros estamentos por sus ventajas económicas y su bondad para promover un sistema de valores en una compleja red de interdependencia; mezclando vivienda con trabajo en planta baja.

El proyecto de Johnny Pujadas, con sus relieves de escala pública, recoge lo mejor de la tipología, y probablemente se convirtió, en los años 60, en un producto que colmaba aspiraciones genuinas de calidad de vida moderna. Aunque se lo trague la tierra, eso tiene un valor entrañable, a pesar de encaramarle su propia oficina. Una idea completamente alocada o inusual, pero que funcionó muy bien. Sin aspaviento.

jueves, 21 de agosto de 2008

Aqua Village, Juan Dolio

Cuando el Grupo Aqua planificó el desarrollo de Aqua Tower (Juan Dolio, 2007) la densidad admitía la construcción de seis unidades adicionales, pero el límite de altura y los linderos establecidos impedía incluirlas en el mismo edificio. El encargo requería completar el total de la densidad que las normas establecían y que disfrutaran, como un sólo condominio, de todas las facilidades de playa, alberca y gimnasio, así como el mismo estacionamiento y controles de seguridad. La propuesta fue construir, al otro lado de la calle, Aqua Village (Juan Dolio, 2008), un proyecto complementario, pero con su propia personalidad.

Aqua Village son seis unidades duplex agrupadas en dos bloques alrededor de una plaza de playa o atrio, en la tipología de cluster, análogo a un poblado -village-. Un modelo de agrupación que se había desarrollado antes en María Fernanda (Santo Domingo, 1985). Las viviendas tienen su propio patio privado y en el techo una terraza jardín, con pérgolas, para fomentar actividades al aire libre. El conjunto se completa con una facilidad comercial en la esquina que actúa como pivote de referencia, y estimula la vida comercial y la socialización de la calle.

La propuesta usa los mismos elementos arquitectónicos de Aqua Tower y Aqua Loft (Juan Dolio, 2008) como un distintivo de su estilo “vivir en la playa”, en armonía con su vecino de enfrente, pero a una escala apropiada a la acera norte de la calle principal del poblado de Juan Dolio. La entrada refuerza la condición de esquina y conecta directamente con la playa, en alusión y reforzamiento al sentido de propiedad de todo el conjunto.
Grupo Aqua.
Aqua Village, Juan Dolio, República Dominicana, 2008 (en construcción)

PROYECTO
Sánchez y Curiel, Arquitectos.
Andrés J. Sánchez y César Curiel, arquitectos
Plácido Piña, asociado al proyecto
Laura De La Mota, colaboradora asociada


CONSTRUCCION
Sánchez y Curiel, Construcciones

lunes, 18 de agosto de 2008

Arquitectos iberoamericanos Siglo XXI


El Banco Nacional de México a través de Fomento Cultural Banamex, A.C. auspició “Arquitectos iberoamericanos Siglo XXI” en el que “la historiadora del arte Louise Noelle ha coordinado una cuidadosa selección de exponentes iberoamericanos que reflejan las tendencias constructivas practicadas por éstos durante los últimos 50 años”. Una edición de verdadero lujo, pero con contenido.

Omar Rancier fue el responsable de los ensayos sobre los arquitectos del Caribe, que también incluyen de Puerto Rico a Segundo Cardona  y Andrés Mignucci. Roberto Segre, en cambio, escribió el texto sobre Gustavo Moré.

Para poner este trabajo en su contexto y significado personal, incluyo dos mensajes que intercambiamos Omar y yo el mismo 11 de abril del 2007, cuando recibí el libro y leí el ensayo. Eso explica el deseo de conservarlo en el blog y divulgar una obra que no ha circulado en el país. También en reconocimiento a Omar.

Omar,
Acabo de recibir el libro vía el Cuco. Me apresuro a contártelo porque he leído el primer párrafo de tu texto y... se me salieron las lágrimas. Todavía estoy así, en ese estado de emoción que sólo las lagrimas pueden expresarlo de manera genuina.
Lo justo es compartir contigo esa emoción ahora, aún antes de seguir adelante.
Estoy impresionao.
Gracias,
Pla
..................
Gracias, Pla, es el mejor elogio que he recibido por decir lo que siento de la obra de un gran arquitecto que me ha brindado, además, el tesoro de su amistad.
Abrazos,
Omar

Ya terminé, Omar. Has escrito el artículo que siempre hubiera querido que alguien, alguna vez, escribiera sobre mi. Y me gusta porque reflejas un conocimiento y admiración íntima con una honestidad aplastante, y la cultura que hacía falta. Que suerte la mía! Y que fortuna leerlo ahora... en blanco y negro.
Como siempre falta algo, solo faltó la foto que te pedí que me hicieras y que nunca salió. Pero está nuestro paseo en Ponce, eso lo compensa.
Estoy realmente feliz. Y quiero que lo sepas.
Pla
...............
Yo también estoy feliz, gracias .
Lo de la foto es una de las anécdotas que atesoro, como el mismo viaje a Ponce.
Abrazos
Omar



La arquitectura a través del conocimiento.


Plácido Piña nació en 1945 en La Vega, un pequeño pueblo capital de la provincia del mismo nombre, al norte de Santo Domingo, preciado por su aporte a la cultura y al deporte dominicano; dos de las pasiones que abrazará el futuro arquitecto al transcurrir del tiempo. Es posible afirmar que su obra se referirá, en ocasiones, a la arquitectura “vegana” que conoció desde niño, aunque él se reconozca mas urbano por haber viajado a los once años de edad a Santo Domingo para estudiar la secundaria, lejos de la vigilancia que el régimen de Leonidas Trujillo sometiera a la familia Piña en su ciudad natal por haber sido su padre parte de un movimiento opositor al tirano. En la capital cultiva un amor por la ciudad como expresión de vida caminando por las calles de Gazcue, un barrio de principios de siglo XX, con casas solariegas, grandes jardines y un arbolado urbano excepcional, y por las calles de la Ciudad Colonial, con sus fachadas urbanas corridas y sus monumentos.

Entra a la carrera de arquitectura de la entonces Universidad de Santo Domingo no por vocación sino por solidaridad con sus amigos que entraban a la Escuela de Arquitectura y se graduó en 1970, luego de un año de trabajar con algunos de los principales arquitectos del pais. Es galardonado con el Premio del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (Codia) otorgado al mejor estudiante de arquitectura de su generación.

En su formación profesional ha identificado dos grupos de profesores que le dejaron esa pasión por la arquitectura, la historia, las artes y la técnica: un primer grupo, el “Eje Italia”, compuesto por Rafael Calventi, Víctor Bisonó, Manuel Salvador Doi Gautier, de formación italiana, que le trasmiten la noción de la historia y el humanismo como instrumentos de diseño; el segundo, de formación norteamericana, especialmente Fred Goico, de la Universidad de Pennsylvania -la escuela de Louis Kahn-, con quien trabaja entre 1970 y 1971, Él le enseñó el oficio de la arquitectura y la relación del conocimiento técnico con el diseño del espacio arquitectónico, como un sistema integral que hace posible que el edificio funcione. Además, la formación “kahniana” de Goico le proporcionó otra sensibilidad diferente a la clásica europea, una estética trabajada desde el espacio y sus relaciones operativas y técnicas, y la poesía -el espacio y la luz de Kahn- que se desprende de esto.

Esas dos visiones la sintetiza en el periodo de trabajo en la oficina de Rafael Calventi (1972-1977) , quien a pesar de ser el miembro más prominente del “Eje Italia”, había colaborado en las oficinas de Ieoh Ming Pei en los Estados Unidos y por lo tanto compendia las dos aproximaciones. Con Calventi participó en los mas importantes concursos de diseño de la época, en un medio poco dado a los concursos, y ganando el de la sede principal del Banco Central de la República Dominicana, donde colaboró en el diseño del auditorio, uno de los edificios paradigmáticos de la arquitectura de la segunda generación arquitectos modernos dominicanos.

Hacia 1977 fundó su propia firma: P. Piña y Asociados. Ese mismo año ganó el concurso de diseño para el edificio sede del Banco Hipotecario Dominicano (BHD), junto con Harry Carbonell, el que finalmente no se construye porque el banco cambió el sitio original por uno más urbano. No obstante, Piña rediseña el proyecto, el cual responde certeramente al emplazamiento y en el que logra manejar, hacia el interior, la fría escala corporativa con unas vigas que cruzan el gran espacio del lobby, reduciéndolo a dimensiones mas humanas.

Una de las cualidades de Plácido Piña es ser capaz de integrar un pensamiento lúcido y contemporáneo a sus propuestas de diseño. Siempre informado de las vanguardias, su arquitectura ha sido influenciada por estas, sobre todo en el pabellón deportivo del Santo Domingo Country Club (1980), con Harry Carbonell, que enfrenta por primera vez la arquitectura dominicana con la postmodernidad. A pesar de que ha declarado no ser postmodernista “es mejor hablar de actitudes que de estilo”(1) , es quizás el mejor representante de lo postmoderno en su país. Sin embargo, su búsqueda expresada en una serie de obras de excelente factura y apoyada en un pensamiento conceptual muy sólido, ha transitado no sólo por la posmodernidad, sino también por el neoracionalismo en el Edificio BHD y el regionalismo crítico casa de campo La Cuaba,(2)  diseñada con Andrés Yuyo Sánchez y César Curiel, dos miembros de su estudio. Justamente, otra cualidad de este arquitecto es que ha hecho escuela desde el taller de diseño y, en muchas ocasiones, su estudio se ha convertido en un espacio de formación de jóvenes profesionales, en momentos en que las academias de arquitectura dominicanas estaban en retirada conceptual.

Su trabajo ha buscado un ideal caribeño, que se expresa desde una visión de puertas abiertas al conocimiento; es la búsqueda de una arquitectura propia, aunque gusta decir que “la arquitectura dominicana es la que se hace en la República Dominicana”. El conocimiento de la realidad del Caribe Español,(3)  le ha permitido convertirse en el eje de un grupo de arquitectos del Caribe (Fernando Salinas y José Antonio Choy de Cuba, Luis Flores de Puerto Rico, Gustavo Torres en Martinica, entre otros) que han consolidado una arquitectura regional caribeña que supera cualquier posible dependencia a las tendencias primer mundistas.

Las últimas obras de Piña recorren otros caminos y se entroncan con una visión más racional de una arquitectura corporativa que siempre trata de humanizar y un trópico caribeño que pretende interpretar desde la contemporaneidad. Haciendo uso de su erudición, las referencias van desde una versión caribeña de la arquitectura moderna en la Tienda Domus, un prisma puro horadado, hasta el racionalismo de Giuseppe Terragni en la Casa del Fascio en Como, Italia, presente en el Centro Tecnológico del Banco de Reservas. Sus trabajos de acompañamiento a las exploraciones caribeñas de las casas de campo, desarrollados con Sánchez y Curiel, son una muestra de exquisitez arquitectónica que reconocen nuestra cultura, nuestro clima y sus espacios, al mismo tiempo que incorporan unas secuencias espaciales totalmente contemporáneas a la concepción de la arquitectura antillana. Su aproximación a lo urbano se lee en sus emplazamientos, que reconocen el sitio y aportan un valor agregado a la ciudad, como la plaza-jardín de la Tienda Domus, la reafirmación de la esquina en el BHD o la fachada urbana que compone en el Centro Tecnológico Banreservas.



Centro Tecnológico del Banco De Reservas


La propuesta del Centro Tecnológico del Banco de Reservas parte de transformar un antiguo edificio de oficinas estatales emplazado en la avenida Jiménez Moya. El inmueble se localiza al norte del Centro de los Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo, antigua Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, y uno de los centros históricos modernos más importantes del Caribe que aloja algunas de las piezas paradigmáticas de la arquitectura dominicana diseñadas por Guillermo González Sánchez, el arquitecto de la modernidad dominicana. El concepto de esta edificación fue tejer una relación entre La Feria y el antiguo edificio de la CDA, una magnífica pieza neoracionalista diseñada por William Vega y Fernando Ottenwalder en los años ochenta.

La estrategia fue mantener la modulación evidente del edificio de Vega y Ottenwalder y rescatar la continuidad con La Feria en términos de escala, materiales (abandonado por restricciones en el presupuesto) y sobre todo en la visión del racionalismo italiano expresado en las referencias a la Casa del Fascio de Terragni que aparecen desdibujadas en el edificio de la Secretaria de Trabajo, en la Feria. Piña asume esa influencia y la trabaja sensiblemente en la fachada de su edificio; la atempera entonces con el gesto de unir la nueva edificación con el edificio de Vega y Ottenwalder, trabajado por el equipo técnico el Banco de Reservas, con un pórtico que proporciona escala humana al primer plano entre las dos edificaciones; allí sorprende con una alusión al cine, incorporando una serie de monolitos negros que se asocian con el monolito de la cinta de Stanley Kubrick, 2001: Odisea del Espacio y que representa la actitud del hombre frente al conocimiento, quizás el principal tema su arquitectura.

La intención de relacionar este proyecto con La Feria se expresa además con una de las decisiones más controversiales del proyecto: cambiar la arborización existente de por una serie de palmas reales, que no dan sombra en una ciudad donde el sol del trópico golpea fuertemente. La idea subyacente fue la de marcar una transformación en el paisaje que indicara el inicio de la avenida Jiménez Moya, para diferenciarla de la evenida Winston Churchill, su continuación, y de esa manera asociarla con la arborización del Centro de los Héroes.

El proyecto se completa con un edifico de estacionamientos en la parte posterior y con un elemento que contiene todos los equipos técnicos de la institución bancaria; este no es percibido en el diseño, como un ejemplo de la no-expresión de los servicios tecnológicos contemporáneos, digitales y electrónicos, frente a la expresión tradicional moderna de la función propia de la época de la maquina.



La Catalina


El método de trabajo de P. Piña y Asociados se basa en lo que el propio Piña llama un “estudio horizontal”, que permite la participación de todos al mismo nivel y propicia un proceso dual crítico-formativo; esto ha favorecido ese accionar paralelo a las academias en determinados momentos, y admite un ejercicio crítico continuado que se expresa en un enriquecimiento de la producción de los proyectos del estudio. Un ejemplo de este método de trabajo es La Catalina, una hermosa casa de campo situada en una colina que domina una plantación de naranjas en el sitio llamado La Cumbre, sobre la Autopista Duarte que comunica Santo Domingo con la zona del Cibao.

En este proyecto, en el cual participaron los jóvenes arquitectos Yuyo Sánchez y César Curiel, se explora una serie de temas que son recurrentes en Piña: el de la casa de plantación, como generador de una tipología caribeña, y el del claustro cisterciense, como propuesta de ordenación espacial, referido a su desarrollo histórico y tipología conventual, como a su reinterpretación moderna en el Convento de la Tourette de Le Corbusier.

Dentro de una rigurosa cuadrícula de 3 x 3 metros se resuelven todas las relaciones espaciales que articula un patio o claustro conventual dominado por una alberca y donde se comunican todas las dependencias de la casa. Organizadas en una estricta secuencia funcional, se inicia con una entrada de gesto minimalista, dominada por un alto pergolado de madera que nos recuerda alguna de las obras de Luis Flores en Puerto Rico -evidencia de esa conexión caribeña-, que se conecta a uno de los lados del claustro y termina en una dramática perspectiva que se vuelca sobre una impresionante vista de la plantación de naranjas y las montañas en lontananza.

Los detalles la completan: la estructura de madera rigurosamente modulada; la utilización de piedras del sitio que conforman una base que dan continuidad al emplazamiento, el tratamiento de los cuartos de baños, sobre todo el de la habitación principal, que trasciende su utilidad higiénica para convertirse en un mirador privilegiado; y las puertas de pivote central que de nuevo llevan al Puerto Rico de Henry Klumb.

En suma, Plácido Piña ha encontrado su arquitectura a través de una búsqueda en el conocimiento, demostrando la relación entre el intelecto y el accionar de diseño.

Notas.
  1. Omar Rancier, Historia de un Edificio: BHD. Hoja 15 de Arquitectura, El Nuevo Diario. 9 de agosto de 1982; y “100 Hojas de Arquitectura” Grupo Nuevarquitectura Editora Taller, 1984.
  2. Roberto Segre entiende que la Cuaba es la mejor muestra de regionalismo critico en el Caribe.
  3. Ha recorrido en bicicleta, una de sus pasiones deportivas -actualmente es el velerismo- que reivindica el pasado deportivo de su ciudad natal, casi la totalidad de la ciudad de La Habana. Tuve la experiencia de recorrer las calle de Ponce en Puerto Rico con un Plácido ávido de conocer esa arquitectura que se repite, en la ciudad dominicana de San Pedro de Macorís, como Antonio Benítez Rojo en La Isla que se repite, 1998.
Pags. 402-413, tomo II
Arquitectos iberoamericanos Siglo XXI. Introducción Louise Noelle, editora.
2006. Fomento Cultural Banamex, A.C. México.
ISBN 968-5234-52-2 Obra general

miércoles, 13 de agosto de 2008

La Zig Zag

Pla,
Esta es la casa de Maribel y mía. Que te parece?. Queríamos compartirla contigo. Nos quedamos confundidos entre Richard Neutra y Adolf Loos. Pero creemos que es mas bien una casa infill de martillo en Isabel Villas... aunque suene extraño. 
A ver si nos visita un día.
Marcos
................
Marcos,
Quiero ir mañana jueves temprano a tomar un café... a las 7:48am, les parece bien?
Pla

Y así mismo fue. Al día siguiente, rayando, llegué a la Zig Zag (2008) de Maribel (Villalona) y Marcos (Barinas). Una experiencia memorable que deseo contar.

En Isabel Villas (Santo Domingo) casi siempre me pierdo y esta vez no fue diferente. Por suerte tomé una ruta extraña y la divisé a lo lejos, bellísima. La primera impresión con frecuencia es la que perdura. Como pasó. Desde que traspasé el pequeño porche y entré al salón... se me puso la carne de gallina. Si eso ocurre es porque estoy absolutamente cautivado. Y tengo testigos.

La Zig Zag tiene una secuencia espacial preparatoria como sólo la he visto en la obra puertorriqueña de Luis Flores (Cayey, 1940). Se pasa junto a un pabellón para autos, que también será para juegos y celebraciones frente a la calle, con techo ligero, separado por un futuro muro de enredaderas que permitirá intuir el atrio frontal privado (al que se sale desde el salón) y que se disfruta desde el pórtico. Pura magia.

El salón lo es todo. Un gran espacio de esos que crean un estado de emoción y sorpresa. Es el gesto público. Como una plaza que atraviesa al lote. Forma una Z abierta con los dos patios, uno, desde el estar, que vuelve a llevar al frente y otro, desde el comedor, el patio trasero familiar. La otra Z, la cerrada, está completada por la barra de habitaciones a un lado y la de servicios al otro. Y eso es todo.

Maribel y Marcos me contaron las cosas que tienen en mente. También acogieron sugerencias. La alberca la harán al fondo, elevada, con el frente transparente y complementará a la terraza con pérgolas sobre las habitaciones de la niñas. Será el toque final. Aún sin eso, y sin el cenador que habrá al frente sobre el techo del servicio, la Zig Zag es una pieza notable de arquitectura contemporánea en el Caribe.

Casi siempre hay aprensión a las casas propias, sobre todo si son de jóvenes (under 40). Tienden a hacer manifiestos o a ponerlo todo en una sola canasta. La Zig Zag tiene mas de exploración que de manifiesto y está diseñada con absoluto control y madurez. Sin desperdicios. Es para vivir con calma, sin sobresaltos.

Al final de la visita creí que se habían olvidado del café, pero se aparecieron con uno, que desde que sentí la intensidad del aroma, y después lo probé, se me notó ese placer que sólo alcanzan las cosas bien logradas. Con razón, era Blue Mountain. Un verdadero lujo a tono con la Zig Zag de Maribel y Marcos.

Más de una hora después aún tenía el café en el paladar y la Zig Zag en la memoria. Una casa de revista. Pero real.

lunes, 11 de agosto de 2008

Casa Velázquez


Decir aquí Rafael Calventi (La Vega, 1932) es sinónimo de Banco Central. Y no es para menos. El Banco Central (Gazcue, 1978) es su obra cumbre y emblemática. Sin discusión. Lo refresqué hace días cuando busqué, finalmente, el ejemplar que me dedicó del libro “Banco Central: 60 años de historia, arquitectura y arte” (G. Moré, O. Rancier, M. de Tolentino, R. Segre. 2007). Magnífico.

De la obra residencial de Rafael se habla menos y casi siempre se limita a la Residencia Mastrolilli (La Julia, 1977). Pero cuando pasé con Felipe (Branagan) frente a la Casa Velázquez (Calle Bacuí No. 8, Los Cacicazgos. 1978) frenamos la bici en seco. Me costó explicarle, y que aceptara, que esa residencia no era reciente como se empecinaba y porfiaba. Está impecable, perfecta y noble. Hasta el césped se ve bien cuidado.

La arquitectura doméstica de Rafael Calventi merece una monografía propia. Desde su primer trabajo, la casa de los De Castro Goico (Santo Domingo, 1963), un programa para dos familias que luego se convirtió en la residencia oficial del Embajador de Francia, Rafael ha hecho una brillante arquitectura residencial. La Embajada de Francia es una obra en deuda con F. L. Wright y su casa de la cascada Fallingwater (1935) y con el período plano de Le Corbusier. Fue la primera y la única que hizo así. Después serían mayormente mediterráneas.

Esas casas mediterráneas las hizo al mismo tiempo que Piero Sartogo (Roma, 1934), su compañero de estudios, las hacía en Italia con notable reconocimiento editorial. Rafael las construyó en Santo Domingo en un apropiado ajuste y adaptación al trópico y mucha repercusión. Cuando enseñaba Teoría de la Arquitectura hacía hincapié en ese potencial.

Estuve cerca de Rafael en algunas de esas casas y me quedaba boquiabierto con su talento para el detalle, su refinamiento y la persistencia en aquellos aspectos que ni siquiera se veían bien en el rigor de los planos, pero que en obra deslumbraban o daban ese toque humano y sensible imprescindible para que llegue a cautivar. Son casas con un sentido especial de la vida social.

La Casa Velázquez, con sus volúmenes rotundos, marquesina y terrazas en redwood, pequeños patios de filtro y sus gruesos muros en blanco de acabado tirolés, es una obra excepcional. A esta casa el tiempo le ha dado mayor dignidad y elegancia. Y no tiene nada que ver con el Banco Central, salvo su tremenda calidad.

Una monografía de la arquitectura residencial de Rafael Calventi es materia pendiente y sería un valioso registro para aprender de un ciclo de mas de cuarenta años de arquitectura doméstica dominicana. Sería uno de mis libros favoritos, si me lo llegara a dedicar.

lunes, 4 de agosto de 2008

Málaga IV (1)

El proyecto ocupa un lote colindante a otros tres edificios de oficinas del mismo consorcio. El programa requería suplir el máximo de área rentable de oficina, en pisos pequeños, con una cantidad de estacionamientos que sitúen al inmueble entre los mejor servidos de esta zona del polígono central. Además, había que proveer parqueos adicionales a las propiedades existentes independiente del nuevo inmueble. Un relleno urbano (infill) que consolide las propiedades y mantenga las huellas de las regulaciones.

La complejidad de los requerimientos y el ensamblaje de lotes ofreció la oportunidad de plantear “la araña”. El estacionamiento del sótano dará servicio, con un acceso directo, sólo a los edificios 1, 2 y 3, aumentando la capacidad actual. La torre de parqueo de seis niveles, en la parte posterior del lote, tendrá accesos desde el nuevo edificio 4 y conexión complementaria con 2 y 3. Se adoptó una estructura metálica de alma llena para los estacionamientos de modo que permita una construcción independiente sin afectar el uso de los existentes.

El nuevo inmueble retoma el vocabulario de los edificios 2 y 3 para consolidar la imagen de marca Málaga y unifica a los cuatro inmuebles en un conjunto de oficinas independientes, en tres calles distintas, que consolida los servicios comunes, pero separados, de administración, estacionamientos, seguridad, mantenimiento y otros.

La solución propuesta, con una arquitectura honesta, satisface los objetivos del consorcio y preserva la escala urbana apropiada para cada una de las calles sin mostrar sus peculiaridades operativas internas. Trasluce una cierta institucionalidad corporativa.
Ver


Málaga IV. Consorcio Málaga.
Manuel de Js. Troncoso No. 29. Santo Domingo, República Dominicana, 2008 (en construcción)

PROYECTO
P. Piña y Asociados, S.A.
Pablo De La Mota, asociado al proyecto
Judith Reynoso y Rocío Marchena, colaboradoras



CONSTRUCCION
Constructora Heco CxA
Metalúrgica CxA

viernes, 1 de agosto de 2008

Arcoiris Sur en el WAF

A Roberto Rijo (Montecristi, 1963) le tengo profunda admiración. Desde que empezó a ser arquitecto y hacer arquitectura, Rob mostró una pasión y dedicación sorprendentes que junto a su bondad provocan respeto y estima.

En el último paseo en bici por Los Cacicazgos (Santo Domingo), Felipe (Branagan) y yo estuvimos buen rato analizando y estudiando el Ginaka 18, (Caonabo esq. Onaney) que construye al lado de su poético conjunto Villas del Mirador. Incluso hicimos sugerencias entre nosotros.

Desde hace tiempo Rob ha explorado la vivienda colectiva con destreza y consistencia, y con un éxito comercial y de crítica inigualable. Cada vez que visita el taller, con esa sonrisa que no le cabe en la boca, deja el ambiente lleno de entusiasmo. El mismo con el que siempre vive sus proyectos.

Hace unas dos semanas me contó de algunas exploraciones tan fascinantes que tengo los dedos cruzados para que cuajen. Pero hace apenas tres días me envió un e-mail con dos palabras y un paréntesis: estamos contentos (la competencia es fuerte) y desde ese momento abrigo una ilusión adicional.

Su conjunto de viviendas Arcoiris Sur (Av. Colombia, Santo Domingo. 2008) fue seleccionado finalista (shortlist) en el WAF (World Architecture Festival. Barcelona 22-24 Octubre 2008), en categoría vivienda, junto a otras quince propuestas. Ese sólo hecho llena de satisfacción.

Comparto la noticia con alegría y también para balancear mi emoción. Toda mi fe está puesta en Rob y su equipo (Roberto Rijo+arquitectos asociados). Espero su próxima visita por el taller. Su amplia sonrisa.