La exhibición de Chile en la 9BIASD es meritoria. Cuando una bienal, como la de Santo Domingo, toma la decisión de dedicarla a algún país espera que su invitado se lo tome en serio. Chile ha correspondido a esa dedicatoria y lo ha hecho con orgullo y respeto.
La arquitectura chilena reciente (2005-2008) ha dado un salto tremendo. Está conectada con su pasado moderno y mira al futuro desde las raíces de su historia en armonía con las particularidades de su territorio y de las tecnologías. Lo dice esta exposición de 22 obras seleccionadas.
El desarrollo urbano último, en cambio, es otra cosa. Santiago, por ejemplo, en vez de crecer apoyado en la ciudad tradicional europea, como Buenos Aires, lo ha hecho bajo la influencia norteamericana de ciudad desparramada, abrumada por elevados y expresos, socialmente polarizada. Santiago parece hoy una ciudad colonizada por el Tratado de Libre Comercio.
La muestra +chilearq es una historia diferente. Aunque tiene diversas tipologías, está dominada por las casas, a veces en paisajes insólitos. Refleja el logro de la correcta implantación en armonía con su sitio. De eso hay que aprender. De ese genius-loci, que tiene esta arquitectura chilena de hoy: un anhelo de permanencia a un lugar. Lo recalca el curador, Paulo Correa Labarca, en su introducción Chile-Arquitecturas del Paisaje "... más allá de destacar el talento de sus autores, se traspasa a un plano de enfrentamiento y trascendencia, la tarea de enaltecimiento de un lugar y una geografía".
La búsqueda de la espacialidad está en consonancia con las escalas, el paisaje y las tipologías. Radica en la esencia misma del contexto natural o urbano, y apunta, en la mayoría, a una abstracción subordinada a la simplicidad de las formas y los espacios. Una arquitectura con fundamento.
Así que la obra de un Mathias Klotz, o un Felipe Assadi ya no está sola. Comparten protagonismo con un sólido grupo que hace de la arquitectura chilena reciente un ejemplo y un modelo. Se destacan los jóvenes emergentes, Nicolás del Río y Max Núñez (dRN Arquitectos) con su Chalet c7, una metáfora del deseo y la supervivencia, y Sebastián Irarrázaval, recordado por su propuesta para el Parque Enriquillo (Ideas Urbanas, Santo Domingo. 2002), con su Hotel Indigo Patagonia y su recién premiada casa a Pedro Lira (XVI Bienal de Santiago, 2008).
Chile ha correspondido a la invitación de la 9BIASD con una curaduría excelente y una museografía limpia, discreta, elegante, sobria e informativa. Como debe ser. Un goce para quien visite la bienal.
1 comentario:
Si alguien me pudiera explicar porque en este pais la arquitectura solo le interesa a los arquitectos por lo que e visto asistiendo a la Bienal, deberian dinfundir mas su arquitectura caribeña o dominicana.
Paul Bernald.
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